El otoño trae el final de un cultivo, las horas de dedicación y trabajo invertidas, llegan a su fin. Cómo cualquier proyecto que nos proponemos en la vida.
Me encanta la actitud de los agricultores, en gran medida desarrollan la paciencia y la espera de los ciclos de la naturaleza así como también el desprendimiento porque si bien siguen un determinado plan para que todo salga bien, es en definitiva la naturaleza la que determina cómo se desarrollará todo.
Mientras escribo me río, porque en alguna oportunidad lo acusé a mi marido de estar muy quieto por su tarea y que arriesgara más, que fuera más audaz!, y su respuesta me dejó sin palabras: “¿Más audaz que lo que hago, dejar trabajo y dinero en manos de la naturaleza a quien no puedo dominar!?.”
Este año tuvo un desafío muy difícil con una gran seca, pero las consecuencias a pesar de ser malas, pudieron suavizarse. Gracias a las previsiones y la planificación, se arriesgó menos.
Más de que aprender, adelantarnos, analizar y planear estrategias con los datos que se nos ponen sobre la mesa, para tomar las mejores decisiones, pero no es elegir no hacerlo, ni mucho menos, es tener fe y esperanza, es apostar a intentarlo de todas maneras.
Y bueno lo que iba a ser una cosecha de granos de sorgo, no se dió, pero en cambio con la planta que no dio gran rendimiento se hicieron fardos. Aquí llega el momento de la creatividad, el plan B, lo menos malo.
Se convertirán de toda maneras en alimento para el ganado, y no como se había planeado, sino como Dios y la naturaleza lo quisieron.
Cuanto de Wabi Sabi en esta historia, respetar los ciclos de la naturaleza, asumir las imperfecciones como huellas de un aprendizaje, si en definitiva la perfección no es natural.
Siempre es alegria el tiempo de cosecha, significa que estamos vivos, que seguimos apostando por el futuro, que logramos llegar a la meta, y que con lo aprendido en el recorrido vamos haciéndonos mejores personas.
Deseo para todos una feliz cosecha amigos!.